KANTABRIA: 40 AÑOS EN PRIMERA DIVISIÓN

| nº 126 | feb 2015

Texto: JOSEMA AZPEITIA. Fotografía: RITXAR TOLOSA

KANTABRIA: 40 AÑOS EN PRIMERA DIVISIÓN Imagen 1

 

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La ilustre ciudad de Eibar está viviendo un momento de gloria futbolística con su equipo perfectamente asentado en primera, aunque hay establecimientos que llevan varias décadas en la división de honor. Es el caso del Kantabria del Alto de Arrate, que en 2014 ha celebrado 40 años ofreciendo la mejor cocina tradicional, un servicio exquisito y familiar y bodas y celebraciones por todo lo alto.

Kantabria está dirigido por Maite Iriondo y Lorea Zubiaurre, madre e hija, con la indispensable ayura de Aitor Barrueta, marido de Lorea, y Maribel y Nerea, hermanas de Maite, que comparten con ella las labores de cocina. Ninguno es capaz de concretar la fecha exacta en que este establecimiento empezó a ofrecer comidas. “Donde estáis sentados era la entrada de la cuadra del caserío Beheko-Etxea, y la pared original llegaba hasta aquí” indica Lorea señalando la parte central del comedor. “Eso sí, en 1974 se realizó la reforma que convirtió a aquella casa de comidas en el actual Kantabria, con un comedor mucho mayor para ofrecer todo tipo de eventos y bodas”.

Bodas de campeonato

Y es que las bodas son el fuerte de este restaurante que puede acoger hasta 180 personas en mesas corridas o 140 en mesas redondas. De hecho, a los dos días de inaugurarse el actual restaurante se celebró en el mismo el primer enlace, protagonizado por Inmaculada y Fernando, amigos de Maite que recientemente han celebrado sus 40 años de matrimonio en el mismo lugar en el que festejaron su unión. “Hacemos que los contrayentes y los invitados se sientan como en casa” nos co­mentan Maite y Lorea, “El menú se cuida de manera especial con platos elaborados en casa y, además, el día que hay una boda, no abrimos el restaurante por la noche, con lo que los asistentes pueden disfrutar del restaurante con total tranquilidad hasta la hora que lo deseen”. Otro gran atractivo del comedor  es su luminosidad y sus impresonantes vistas a los montes de los alrededores, vistas que pronto ganarán en espectacularidad pues para esta primavera serán talados los pinos que dominan las vistas de una de las alas.

En 40 años, puede imaginarse el lector que en Kantabria han pasado de todo, desde celebraciones en las que todo funciona como un reloj hasta anécdotas como una boda en la que falló la luz y la comida fue servida bajo la luz de varios camping-gas colgados a lo largo de todo el comedor, creando una acogedora atmósfera que, afortunadamente, encantó a los presentes. Tampoco han sido pocas las veces en las que Maite se ha puesto al volante y ha llevado hasta la misma puerta de casa a algún cliente que no se veía en condiciones de coger el camino de vuelta, y es que el trato familiar y cercano ha sido desde siempre la marca de esta casa que cuenta con cientos de clientes fieles y agradecidos. “Las bodas generalmente son contratadas por gente de los alrededores como Elgoibar, Markina, Ermua, Soraluze... pero nuestra clientela va más allá y tenemos incluso gente que viene desde Donosti a comer a nuestra casa” nos comenta, orgullosa, Lorea.