Jueves, 28 Marzo 2024

ARATZ: Miniaturas en el país de las tallas XL

| nº 89 - Octubre 2011

Texto: JOSEMA AZPEITIA. Fotografía: RITXAR TOLOSA

ARATZ: Miniaturas en el país de las tallas XL Imagen 1

El Aratz no es un bar de pintxos. Eso lo sabe cualquiera que conozca este restaurante y es lo primero que nos dijeron ellos cuando les comentamos que queríamos hacerles un reportaje en la sección “Comer de pintxos”. Pero su barra está llena de ellos. Y tienen una variedad que para sí la quisieran muchos establecimientos. El caso es que la sofisticación del mundo de la cocina en miniatura ha llevado a que muchos bares se acomplejen de su oferta cuando no hace mucho tiempo el mundo de los pintxos era mucho más simple y la gente no se comía tanto la cabeza. Además, tras acabar la degustación de las 9 banderillas que aparecen en la página contigua, puedo asegurarles que los bocados en miniatura de Aratz contienen mucho más de lo que puede parecer a simple vista.

Es lo que pasa con el Aratz, que tal vez le falta presumir un poco más de lo que hacen. Porque a simple vista la carta puede parecer la misma de cualquier otro asador de producto (Hongos a la plancha, Rodaballo a la parrilla, Chuletón de viejo...), pero cuando nos sentamos y profundizamos en ella nos damos cuenta de que este restaurante no es un asador más del montón, sino un local en el que el producto y la preparación se cuidan de una manera especial, como si les jorobara (algo de eso hay) que el cliente se fuera insatisfecho.

Los hermanos Zabaleta son el motor del restaurante. Funcionan como los morros y los callos, juntos pero no revueltos, porque la gran personalidad de ambos hace que si pasan demasiado tiempo en la misma habitación (o cocina), terminen saltando chispas. Es lo que tiene el amor fraternal.

Eso sí, los dos hermanos, Iker y Xabier, Xabier e Iker, tienen la misma filosofía de negocio: Buen género, buenas raciones, buenos vinos, buen servicio, buen precio. En esos cinco “buenos” se podría resumir la filosofía de este restaurante que abrieron en enero 1989, cuando todavía compartía el proyecto con ellos su hermano, el nunca olvidado Aitor Zabaleta.

Hagan la prueba y pidan cuatro platos para compartir. Empiecen por unos hongos a la plancha. Aquí se miman de manera especial. Les servirán los tallos por una parte, las txapelas por otra, los espolvorearán con pedacitos de foie fresco y los acompañarán (en medio, sin regarlos) de una salsita agridulce que les viene como anillo al dedo. Sigan con una ensaladita de marisco como la que aparece en la foto, una ensalada como debe de ser, con bien de marisco, sin bobadas, y como todas las raciones de este local, de talla XL.

Sigan con un buen pescado a la parrilla. El rodaballo, por ejemplo, es traído por el mismo proveedor de algunos de los mejores asadores de Getaria, y se nota. Pero si quieren disfrutar, un consejo personal: pidan un lenguado (la mejor temporada es de enero a abril) y alucinen.

Finalmente, (es obligatorio que les quede sitio), hay que probar la carne. La chuleta se cuida como debe de ser en este asador y de cuando en cuando, si tenemos suerte, podremos disfrutar de auténtica carne de viejo criada en las faldas de Igeldo.

Terminen con un sorbete de café helado, tan frío que el día que lo probó David de Jorge dijo que le entró “la punzada del guajiro”.

Y de ahí, a casa a dormir la siesta. Ya vendrán otro día a probar los pintxos.

ARATZ ERRETEGIA
Igara bidea, 15 DONOSTIA. Tf: 943 21 92 04
www.restaurantearatz.com

NUESTRA DEGUSTACIÓN: PINTXOS RICOS, GENEROSOS Y CONSISTENTES

La oferta de pintxos de Aratz no es la misma los días laborables que el fin de semana. De lunes a viernes dominan la barra los pintxos más consistentes, algo lógico si tenemos en cuenta que estamos en una zona eminentemente industrial: Tortilla de patata, Tortilla de bacalao, Lomo... presentados a la manera de mini-bocadillos. Por la tarde hacen la entrada las brochetas y pintxos más finos, y el fin de semana los bocados son más cuidados y coloridos. En cualquier caso, a todas horas hay algo para picotear en este bar y los pintxos de cocina (foie, txipis, carne con tomate...) están disponibles todos los días.

  • 1.- Champiñón:

    Acompañado de una loncha de ibérico y pimiento verde, dos ingredientes que, como todo el mundo sabe, casan de cine con el champiñón. El jamón rallado que lo recubre le dota de una textura especial.

  • 2.- Montadito de atún:

    Todo un clásico: Atún, pimiento verde, antxoas, huevo duro y una buena cucharada de mayonesa casera. Un auténtico “dayola”, es decir, un pintxo que difícilmente terminaremos sin pringarnos la pechera.

  • 3.- Pimiento relleno de txangurro:

    Txangurro, pimiento del piquillo, harina, huevo y a la sartén. Un bocado rico, clásico y sin complicaciones, acompañado, al igual que el txanpi, de ibérico y pimiento verde. Está claro que en Aratz no quieren que nadie se quede con hambre.

  • 4.- Espárrago rebozado:

    El espárrago es de calidad, así que el pintxo está genial, pero además, en este caso, la rodaja de bacon y el queso Emmental dotan al bocado de una nueva dimensión. Nos tienta intentarlo en casa.

  • 5.- Brocheta de langostinos y jamón ibérico:

    El rey de la casa. Fue el pintxo que elegimos para representar a este bar en el libro “La senda del pintxo”. Una señora brocheta con 5 langostinos apenas hechos. Puro sabor a mar en un bocado que satisfará al más exigente.

  • 6.- Txipirón en su tinta:

    Más que un pintxo, media ración. Como todas las recetas clásicas que se elaboran en esta casa, el txipirón en su tinta está hecho a la antigua usanza, tierno y sabroso.

  • 7.- Pimiento del piquillo relleno de bacalao:

    Se sirve con dos salsas: de piquillo y de txipirón. Otra muestra de cocina clásica y dominio de las salsas.

  • 8.- Foie a la plancha:

    Si el foie es bueno, el pintxo está bueno. En esta casa, siempre han apostado por el foie de Rougié, de Sarlat. Es un proveedor con el que están encantados. Prueben el pintxo y comprenderán por qué.

  • 9.- Carne guisada con tomate:

    La cumbre de una degustación en la que han dominado los sabores clásicos. Otra media ración, generosa, acompañada de una buena cantidad de pimientos y un tomate casero que nos encanta. Si no estuviéramos tan llenos, pediríamos otro.