Jueves, 01 Mayo 2025

LA VIGA EN EL OJO PROPIO

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En el editorial del mes pasado me despachaba contra el garrulismo imperante entre una parte de los autodenominados “influencers” o “instagramers” que pasean su ignorancia por las redes causando revuelos artificiales a rebufo de la aburrida prensa que en no pocas ocasiones se nutre de sus despropósitos convirtiéndose en su altavoz con la esperanza de sacar de su aletargamiento a su perdida audiencia, y parece como si hubiera destapado la caja de Panora y ahora todo el mundo se hubiera dado cuenta del tema hasta el punto de que el criticar públicamente a estos elementos se ha convertido en la última tendencia. 

Y como sucede en tantas ocasiones, el que habla más alto o tiene mayores padrinos es el que más ruido hace y el más compartido en redes y grupos de Whatsapp, como ha sucedido con los comentarios del chef toledano Pepe Rodríguez, chef de El Bohío y “celebrity” del mundo gastronómico a raíz de su papel como jurado en el programa Master Chef en sus diferentes formatos. El mediático cocinero se despacha a gusto contra los que equivocadamente denominan de manera global como “Los Foodies” utilizando un lenguaje y unas formas socarronas y barriobajeras a tono con las declaraciones que acostumbra a hacer sobre quienes cometen la imprudencia de criticar su programa, que son calificados de “bobos” para arriba por el personaje en cuestión.

Pepe Rodríguez llama repetidamente “necios” a los comunicadores que acuden “con siete cámaras” a su casa, les advierte de que “el que quiera poner cámaras en mi restaurante que me pague”, avisa a quien quiera filmar algo en su comedor que “si usted tiene un negocio dígame como vamos a medias en esto y a lo mejor entro o no”, y afirma con contundencia que “no se puede hacer un show en un restaurante”.

Las palabras de Pepe, que han sido alabadas por las mentes simples que no ven más allá, podrían tener sentido si no fuera porque provienen de un personaje que participa activamente en programas de telebasura que convierten la gastronomía en un vacío esperpento en el que el componente culinario queda sepultado bajo las exigencias de las cuotas de pantalla transformando la cocina en un triste espectáculo en el que las personas son vilipendiadas y denigradas en pro de la sacrosanta audiencia. Uno de los principales responsables de que la cocina se haya convertido en un show arremete contra los que quieren hacer, en sus palabras, “un show” en los restaurantes, y no contento con la fortuna inmoral que gana ante las cámaras que pagamos todos insinúa que también debería cobrar por las cámaras de los influencers. Pocas veces he visto un caso tan flagrantre de torpeza argumental, chulería, avaricia y viga en ojo propio. Que alguien le quite el micro, por favor.

 

 

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ESTUPIDO CONCIENZUDO


JOSEMA AZPEITIA
Coordinador de Ondojan.com