Jueves, 28 Marzo 2024

LA HOSTELERÍA HA CUMPLIDO... ... CUMPLE TÚ CON LA HOSTELERÍA !!

| nº 189 | julio 2020

  -                                                                                                                     Texto: JOSEMA AZPEITIA. Fotografía: RITXAR TOLOSA

LA HOSTELERÍA HA CUMPLIDO... ... CUMPLE TÚ CON LA HOSTELERÍA ... Imagen 1

Éste es el titular de la campaña que ha puesto en marcha ZUM Edizioak, empresa editora de Ondojan.com en apoyo a la Hostelería del País Vasco en vista de la evolución que se ha dado a lo largo de la desescalada y la llegada (o casi) a la tan cacareada y comentada “nueva normalidad”.

 

Ya hace unas cuantas semanas desde que los primeros valientes se atrevieron a abrir sus bares y restaurantes limitándose inicialmente a las terrazas con un aforo reducido y tras pasar varias etapas a lo largo de las cuales, poco a poco, se han ido ampliando las facilidades para que el público pueda acceder a los locales de hostelería. A partir de ahora, en la mayor parte de nuestro territorio, los bares y restaurantes podrán funcionar sin limitaciones de aforo, eso sí, manteniendo la obligación de garantizar la distancia de seguridad de 1,5 metros y toda una serie de medidas de seguridad e higiene que serán vigiladas con lupa.

Sector perjudicado... y demonizado

En todo este proceso, en cualquier caso, la Hostelería ha sido uno de los sectores más afectados y más perjudicados. Desde el minuto 0 del Estado de Alarma todos los bares, restaurantes, hoteles, cafeterías... fueron obligados a cerrar sus puertas a cal y canto y han sido los últimos en abrir la persiana. De hecho, no son pocos los que todavía no han reanudado su actividad, sin contar los que se han quedado por el camino y los que, probablemente, se quedarán a lo largo de los próximos meses.

Y es que la Hostelería no sólo ha sido cerrada y anulada durante casi tres meses, es que además ha sido literalmente demonizada. No ha habido un motivo claro y demostrable para castigar como se ha hecho a este sector, ya que antes del confinamiento no se ha dado ningún caso flagrante de contagio cuyo origen haya sido demostrado en un local de hostelería. Es más, hay pruebas de que focos de contaminación por Coronavirus se dieron en su día en funerales y actos religiosos, pero el culto no ha sido castigado como la hostelería ni se han puesto semejante cantidad de restricciones a la celebración de misas y actos litúrgicos como las que se han impuesto al sector hostelero.

Además, según iba llegando información sobre los peligros del Coronavirus y la manera de evitarlos, cada vez se iba viendo más claramente que las medidas tomadas con la hostelería han sido, cuando menos, exageradas. Precisamente, la hostelería es un sector que continuamente está recibiendo la visita de los responsables de Sanidad de los diferentes gobiernos y administraciones, y ya antes de la llegada de la pandemia estaba obligada a mantener una serie de medidas de salubridad e higiene que para nada se exigen en otros sectores. Las cocinas de los bares y restaurantes no tienen nada que ver con las de hace 20 ó 30 años. Hoy en día todos los locales dedicados a la alimentación cuentan con sistemas de conservación y congelación que garantizan la cadena de frío, así como sistemas de extracción de aire y ventilación que hacen que el aire se renueve constantemente en los locales. Y las cocinas son continuamente vigiladas por los funcionarios para evitar problemas sanitarios. De hecho, apenas se dan hoy en día los episodios de intoxicaciones que tan frecuentes eran en el pasado, sobre todo en banquetes y grandes celebraciones. Hoy en día la higiene y la correcta manipulación de los alimentos en la Hostelería es una realidad en la que se ha avanzado de una manera impecable a lo largo de los últimos años.

Por lo tanto, ¿Por qué se ha actuado de una manera tan dura con la hostelería y no con otros sectores en los que el peligro de contagio era mucho más palpable?

Un ejemplo sangrante de esto es la actitud que han tenido las administraciones y los medios de comunicación con los supermercados y las grandes superficies. Mientras que en un bar o restaurante nadie manipula ni toca la comida más que el cocinero hasta que ésta llega a la mesa del consumidor, en un supermercado cualquier usuario puede tocar la fruta y todos los alimentos, y si bien es cierto que desde el principio se impusieron en estos establecimientos los guantes de plástico y los geles, todos recordarán que durante casi dos meses no ha habido un suministro ni una obligación de portar mascarillas, con lo que estaba claro que en estos establecimientos el riesgo de contaminación de los productos por toses, estornudos y otras vías era más que probable. A pesar de ello no se clausuraron estos establecimientos ni siquiera en los momentos más duros de la pandemia y el acceso a los mismos no ha contado con apenas restricciones. Es más, desde las instituciones y los medios de comunicación se ha impulsado de una manera sonrojante el “acudir al súper” como si ésta fuera la única manera de llenar la cesta de la compra y no existieran otras alternativas, más seguras y sostenibles, de realizar el suministro alimentario.

 

Miedo a acudir a los locales de hostelería

La Hostelería, al contrario, ha sido señalada con el dedo desde un principio. La incompetencia de las diferentes administraciones para gestionar una situación tan demencial ha sido tal que, de manera consciente o inconsciente, se ha demonizado a una serie de sectores más que a otros buscando, probablemente, repartir responsabilidades en unas circunstancias en las que lo que convenía era, al contrario, buscar soluciones y fórmulas para que todo el mundo pudiera llevar a cabo su actividad, pero está claro que lo único que se ha protegido con dientes y uñas ha sido el comentado sector de la gran distribución de alimentos y la industria pesada. El resto de actividades económicas han sido despreciadas y ninguneadas como si no aportaran nada a la vida y economía de nuestra comunidad.

Así, se han dado casos absurdos y surrealistas como el hecho de que, por poner un ejemplo, los vecinos del barrio de Gros de Donostia no podían acudir a hacer sus compras al Mercado de la Bretxa a pesar de encontrarse éste al otro lado del puente del Kursaal, a 200 metros de distancia, pero podían coger el coche y desplazarse al centro comercial Garbera, situado a 4-5 kilómetros, a realizar sus compras. La policía impedía el paso de los viandantes entre el barrio de Gros y la Parte Vieja para realizar compras, mientras que el tránsito rodado al hipermercado estaba garantizado y con todas las bendiciones. Una situación totalmente injusta de la que alguien debería responder y dar las pertinentes explicaciones.

Volviendo a la hostelería, las continuas prohibiciones y restricciones que se han ido aplicando a este sector en su lento y complicado retorno a la “normalidad” han hecho que la sociedad no le quite el ojo de encima. La sensación general ha sido la de que era un peligro abrir los bares, que el entrar en ellos iba a suponer contraer sí o sí el coronavirus, y que en su interior iba a ser mucho más fácil contaminarse que en el súper, la iglesia o cualquiera de los demás recintos a los que se podía acceder.

Esto ha traído consigo que todavía a día de hoy, y a pesar de que los bares y restaurantes estén cumpliendo a rajatabla todos los protocolos sanitarios, haya todavía una parte nada despreciable de la población que no se atreve a acudir a los locales de hostelería como lo hacía antes. Y entre la población que se atreve hay un porcentaje nada despreciable que si bien acude a las terrazas, no se atreve todavía a entrar en el interior de los bares o a los comedores. Esta actitud, sin duda una consecuencia de la nefasta gestión hacia el gremio hostelero que se ha dado por parte de las instituciones y los medios de comunicación, está ocasionando y ocasionará perjuicios incalculables a la actividad diaria del sector.

 

Restricciones de los Ayuntamientos

Lo anteriormente comentado no es el único problema con el que se ha encontrado el sector hostelero. La actitud de los ayuntamientos hacia la hostelería ha dejado mucho que desear, sobre todo en los inicios de la desescalada, cuando los gestos hacia la hostelería habrían facilitado de una manera inmensa que el sector hubiera arrancado con más fuerza y unos mayores ingresos, algo totalmente necesario para su supervivencia, sobre todo tras un período de inactividad tan largo.

A nadie se le escapa que a día de hoy los pueblos cuentan con grandes zonas peatonales, con aceras y paseos mucho más amplios que hace unas pocas décadas. Y el sector hostelero, ante las restricciones de aforo y distancias que se exigían al inicio de la desescalada, intentó por todas las vías iniciar en condiciones su actividad. Una de las mayores demandas a los ayuntamientos fue el de pedir que se permitiera, de manera excepcional y por un tiempo limitado, que las terrazas ocuparan un mayor espacio para así poder instalar no más mesas, sino las que se instalaban habitualmente, pero manteniendo las distancias que exigía la ley. Increíblemente en muchos, muchísimos ayuntamientos, la actitud ha sido la de poner trabas a los hosteleros apoyándose en la ley vigente, evitando reconocer que una situación excepcional requiere de medidas excepcionales temporales.

Pero no, los hosteleros han visto cómo el tiempo corría, cómo días de tiempo extraordinario en los que una ampliación de terraza les podía haber supuesto un ingreso especialmente necesario en un momento tan sangrante iban pasando sin que sus consistorios, esos que no perdonan a la hora de cobrar los impuestos, les permitieran llevar a cabo sus demandas. Llama la atención que algunos alcaldes y alcaldesas han denegando estas terrazas escudándose en que, en su opinión, dejar a un bar colocar tres o cuatro mesas más habría supuesto un caso de “prevaricación”, cuando pertenecen a partidos políticos salpicados de escándalos y en los que la prevaricación, pero la de verdad, ha sido la tónica habitual de muchos de sus miembros a lo largo de décadas y décadas.

 

Absurdos “Bonos de Ayuda”

Por no hablar de medidas ridículas como la creación de “bonos de apoyo a la hostelería” que han servido para lavar la cara de ciertos consistorios y poco más, ya que estos contaban con más restricciones o contradicciones que las propias “leyes” de la desescalada. Baste como muestra el caso de Legazpi, localidad en la que editamos Ondojan.com, cuyo consistorio decidió crear unos bonos de ayuda a la hostelería, pero prohibiendo con ellos que los usuarios pudieran beber ningún tipo de bebida alcohólica o refresco carbonatado, con la intención de así evitar el alcoholismo o la obesidad infantil.

Esta absurda medida que habría implicado situaciones tan absurdas como que, por ejemplo, un padre no habría podido comprar con el bono un refresco para su hijo pero sí una pieza bien azucarada de bollería industrial, y que evidenciaba la profunda ignorancia de de ciertos ediles que ven en un bono de ayuda al consumo una promoción del alcoholismo mientras su partido en el gobierno destina 50 millones de euros para ayudar a la industria vinícola vasca para paliar la bajada de ventas por el Coronavirus, esta absurda iniciativa, decimos, ha sido contestada por el gremio de hostelería local en bloque que se ha negado a aceptar dichos bonos restrictivos, con lo que la iniciativa se ha quedado en la típica foto-pose institucional del equipo de gobierno luciendo sonrientes con los bonos, recogida, eso sí, en la prensa local como un gran logro municipal.

 

Un respeto a la Hostelería

Esta campaña, por lo tanto, pretende que social e institucionalmente se de un respeto hacia el sector hostelero. Los hosteleros y hosteleras han sido confinados, han visto cerradas sus puertas en muchos casos con las cámaras y armarios llenos de género que se ha echado a perder, y a la vuelta no se han encontrado más que con dificultades y normas que cambiaban día a día para poder ejercer con normalidad su actividad.

Así pues, pretendemos con esta imagen que la gente y la administración sea consciente de que la hostelería ha obedecido ciegamente todas las normas que le han sido impuestas y, además, no se ha quejado, no ha sido beligerante, ha ido aceptando todas y cada una de las restricciones que se le han ido acumulando y ha seguido adelante en su quehacer diario como buenamente ha podido.

Por lo tanto, la actitud de la hostelería merece un respeto. Respeto por parte de los clientes y usuarios, que deben respetar las normas de distancia, aforo, comportamiento... los usuarios de los bares deben entender que aunque ellos pasen de las normas, el bar o el restaurante están obligados a cumplirlas, y que una actitud irresponsable por parte de un cliente o un grupo de clientes puede llevar a la clausura de un local o a recibir una multa. Los hosteleros no pueden hacer de policías, por lo que está en las manos de los clientes el hacer que estos locales puedan ejercer cómodamente su actividad.

Asimismo, la campaña pide a los clientes que comprendan las carencias que estos locales pueden tener a lo largo del proceso de adecuación a la nueva realidad. Muchos de ellos han tenido que arrancar con menos personal del habitual, y las necesidades de la nueva realidad (desinfección de mesas, obligación de servir a las terrazas...) hacen que muchos procesos se ralenticen, que el cliente tenga que esperar más de lo habitual, que la atención no pueda ser tan personalizada como en circunstancias normales... es el momento de entender al sector, y no el de publicar críticas en Trip Advisor o quejarse por cualquier minucia. Es el momento de los gestos, la empatía y la comprensión.

Finalmente, esta campaña pide a los Ayuntamientos y a las Administraciones que dejen de demonizarles y ponerles palos en las ruedas. Que legislen con mesura, que empaticen con el sector, que sean ecuánimes y justos a la hora de aplicar normas y restricciones. Son miles y miles las familias que dependen del gremio de la Hostelería y la Restauración. Han sido unos de los grandes perdedores durante esta situación... es el momento de darles algo de oxígeno para que, si no recuperar, al menos se puedan aproximar a la normalidad perdida.

 

¿Cómo participar en la campaña?

Esta campaña ha sido realizada con las fotos de más de 100 hosteleros y hosteleras del País Vasco. Varios cientos de ell@s fueron invitados a participar en la campaña y no fueron pocos los que enviaron su imagen para confeccionar los carteles. De hecho, hay dos carteles, uno limitado a Gipuzkoa y otro que se extiende por el resto de Euskal Herria en el que también aportan su imagen hosteleros y hosteleras de Bizkaia, Navarra y Álava.

Lo que se pide a los diferentes locales de hostelería es que impriman este cartel en un formato DIN A3 (Tamaño periódico) o DIN A2 (Tamaño periódico abierto) y lo peguen o los peguen en un lugar visible de sus establecimientos. El imprimir los carteles en una tienda de fotocoias va a tener un coste que rondará entre 1 ó 1,5 euros por cartel.

Quien quiera que le enviemos los carteles a alta resolución en formato PDF o JPG por correo electrónico nos los puede solicitar, sin ningún compromiso, al correo josema@zumedizioak.com

Asimismo, quien quiera que le informemos puntualmente sobre nuestra actividad, que le enviemos nuestras publicaciones en PDF o que le invitemos a iniciativas como ésta, puede enviarnos su número de móvil a la misma dirección de correo electrónico y le añadiremos a nuestro listado de Whatsapp.

Finalmente, también se pide a los hosteleros y hosteleras que, si están de acuerdo con la campaña, que se hagan una fotografía con el cartel como hemos hecho nosotros, o que saquen fotos a los carteles una vez puestos en las paredes de su local, y que nos envíen esas fotografías. Las colgaremos en nuestras redes sociales y le daremos, todavía más eco al mensaje que queremos transmitir.

 

¿Y si no estoy en los carteles?

Si os gusta la campaña y su mensaje, mandadnos vuestra fotografía con la mascarilla puesta y si juntamos 90 fotografías, editaremos otro cartel u otros carteles en los que apareceréis vosotros.Podéis enviarnos vuestra foto a josema@zumedizioak.com o al Whatsapp 609471126.